NO ACEPTO: RECHAZO

Artículo de opinión por Jorge Navarrete Bustamante Director Magister en Gestión y Políticas Públicas, Facultad de Economía y Negocios (FEN) Universidad de Talca.

Tener una nueva Constitución ha sido un anhelo desde la dictadura cívico-militar para la inmensa mayoría de chilenas y chilenos, en el bien entendido que sea consubstancial con una plena democracia y justicia social.

El abrumador rechazo del 4 de septiembre de 2022 y del 7 de mayo 2023 (éste último con 4.5 millones que obligadamente debieron sufragar aludiendo más por seguridad que por una nueva Carta Fundamental) le entregaron una mayoría contundente precisamente al sector que había rechazado ambos procesos constituyentes debido elocuentemente a su integrismo pinochetista, al que superaron con creces en su totalitarismo, misoginia e inherencia plutocrática; empero, con un elemento adicional: el indisimulado populismo. 

Realmente incomprensible; pues los mal llamados republicanos chilenos, hacen parecer como remilgos de fundamentalismo a Milei de Argentina, Bolsonaro en Brasil, Trump en USA, o a Meloni en Italia.

Obviamente, la ciudadanía no debe aprobar cualquier texto; mucho menos retroceder en los avances civilizatorios logrados en más de tres décadas de trabajo social, cultural y político.

Pruebas al canto. Un aspecto lapidario en materia de protección social es la degradación de la seguridad social y la constitucionalizarían de AFPs e ISAPRES. Así también, los derechos de las mujeres, que pierden su vigencia que la humanidad en su conjunto ha venido conquistando. 

Es que los derechos y avances en justicia social, que tanto nos ha costado ganar en las gestiones de los gobiernos de la Concertación, de la Nueva Mayoría, del propio régimen de Piñera, y durante el actual gobierno del Presidente Boric, no pueden borrarse de nuestra vida ciudadana debido a la demagogia, falsa información, o frases fácil como: “terminemos de una vez con esta cantinela, así mejor apruebo aunque sea mala la propuesta”, “me cansaron estos políticos así que apruebo no más”, o “¿qué me importan los derechos sociales y de la mujer, si me dejan exento de contribuciones?: por mínimo que sean me viene bien a mío bolsillo”…  

Ese facilismo, reduccionismo y sensación acomodaticia, le puede costar muy caro a millones de chilenas y chilenos, e incluso a esos propios “incautos”.

Los “idiotas”, en el decir griego “aquellos que no se preocupan de la vida pública”, no saben que se pretende instaurar una mirada de discriminatoria, ultraconservadora e incomprensiva de la realidad de la mayoría del país, consagrando un modelo de mayor inequidad que el actual, perpetuando los enclaves de clase, y profundizando aspectos regresivos en lo social.  En definitiva, no se percatan que  la derecha incuba en el texto constitucional a plebiscitar en diciembre: un autoritarismo que desprecia la democracia, todo lo público y la igualdad de derechos.

Amiga y amigo lector, pienso que un chileno o chilena con ética social y cívica jamás debe agredir los derechos de las mujeres, de los trabajadores, de los emprendedores. Nunca actuar contra los más carenciados. Se lo debemos a nuestra historia, en pos de una sociedad más justa y perfecta: más Humana.

Octubre 29 de 2023