Fue a inicios de los ´80 cuando conocí a Javier en nuestra Universidad de Talca, donde era yo dirigente del movimiento estudiantil por la recuperación democrática para nuestra naciente universidad, y la patria toda.
Ese día me conmovió una charla de Javier que, con el tiempo, fue la base de una estimulante amistad cívica, platicada en nuestra universidad, en la calle o en el supermercado, en fin, en la polis.
Y eclosionó así nuestra larga e intermitente conversación, enraizada en la riqueza de su disertación y sana ironía provocando en nosotros -en esos años- como estudiantes de Historia, Castellano o Arte, una propulsora impresión.
Javier expuso ese día, si mal no recuerdo, un fragmento de su tesis doctoral sobre “La generación española del ´97”; grado que obtuvo en Lovaina.
Así, inteligentemente expuso -en plena dictadura- la vida y obra de esa generación republicana, libertaria e ilustrada…, antítesis de lo que sufríamos en Chile.
Javier era un humanista “hasta la medula de los huesos”, solíamos decir; y ello fue reafirmado con sus actos aun cuando las carreras humanistas fueron fulminadas por ser poco rentables o conflictivas.
Empero, recuperada la democracia en nuestra Universidad de Talca encontró el respaldo de nuestras nuevas autoridades académicas para impulsar la creación del Instituto Juan Ignacio Molina; el Premio José Donoso; y el doctorado en humanidades, entre otras iniciativas.
Javier era progresista, rebelde y fraternal. También era un ser humano a veces inquietantemente diplomático, y filosamente letal en el debate, pero siempre leal y, por lo mismo, muy querible.
Fue un inquieto por la vida de la polis “criolla”, como decía, y por las “corrientes subterráneas”, al decir de Fernand Braudel. Por ello investigó e impartió insaciablemente docencia a muchas generaciones de nuestra universidad y en otras instituciones homólogas del mundo sobre “modernidad e identidad”; “historia de las ideas” en Chile y América Latina; pensamiento chileno y maulino del siglo XX; “la vía chilena al socialismo de Salvador Allende y la modernidad”; y nacimiento de su querida Universidad de Talca, entre otras obras propias de una vida tan prolífica intelectualmente.
En una de nuestras últimas conversaciones nos preocupamos, y también reíamos, porque nuestros candidatos a diversas instancias de la polis habían perdido sus elecciones… “algo está pasando en Dinamarca” decíamos… y, al despedirnos, coincidíamos que teníamos la suerte de formar parte de una comunidad tan enriquecedora como nuestra Universidad de Talca, donde con sentido crítico podíamos pensar al Maule y a Chile, además de obrar concretamente por nuestros ideales. Nuestra universidad llora la partida de uno de sus más preclaros pensadores y maestros. Su esposa María Victoria y familia, añoran la paz de la resignación… En lo personal, conturba mi corazón este último viaje de un genuino humanista y vanguardista del pensamiento, en un Chile que recurrentemente le extrañará.
Hasta siempre, querido Javier.
Jorge Navarrete Bustamante.
Académico U. de Talca
Presidente Junta de Adelanto del Maule
Fuente: Diario El Centro