Mirando por el retrovisor

Ya se han establecido las nuevas autoridades del país y la región y como chileno con el corazón bien puesto (aunque sea cargadito para la izquierda como el vital músculo) el deseo de éxito en la gestión es plenamente sincero y creo que nuestro avión, ya con buen viento de cola, será bien gestionado y seguramente los próximos años lo comprobaremos y aprovecharemos.

Dicho esto, ahora como talquino radicado en esta ciudad por más de 20 años, quisiera esbozar un pliego de peticiones que no por primera vez expongo y, con escoba nueva, se espera buen barrido. Este deseo ciudadano apunta únicamente a poder resolver o acelerar tanto lunar que afea nuestra capital regional.


Probablemente lo más emblemático sea el ruinoso estado del museo O’higginiano que ya cumplió ocho años sin ver su reparación. Seguramente podrán existir muchas explicaciones para tanta demora y, probablemente, la principal sea la maraña pública que es una costra para decisiones ágiles.


Tenemos parlamentarios recientemente asumidos que cuentan con buena llegada a Palacio y en el programa de Gobierno se contempla la modernización del Estado. Puede, entonces, que no sea un despropósito, así como se legisla en un día para aprobar un feriado, conseguir la voluntad gubernamental y parlamentaria (sin duda en otras regiones tal cáncer lo sufren y se sumarían) para que con urgencia extrema pueda legislarse, aunque sea con normas transitorias para liberar esa costra.


Cosa parecida sucede con la sede de la anterior Intendencia, probablemente una de las muy escasas edificaciones con alguna belleza de Talca, hoy entregada a las palomas. Inentendible, también, que en el pleno centro siga en pie el Mercado de Talca “construcción neo clásica declarada monumento nacional”. Aunque se enojen historiadores o arquitectos, sinceramente su dudosa belleza para tal nominación no justifica la demora en darle de una vez un destino que aporte a la ciudad. Si su cascarón neoclásico conmueve a algunos, mantengámoslo (como se hace habitualmente) pero rellenemos esa manzana con un proyecto decente.


Imposible no llegar a “Las Concentradas”, también en la categoría de monumento histórico ¡válgame dios! En fin, probablemente cuando se edificó se podría haber apreciado; hoy es simplemente un adefesio y de destino incógnito. Hacer otra escuela en esa posición, simplemente no resiste análisis y, mi sueño pretendido, es que se aproveche para instalar una monumental edificación que reúna ojalá todo el sistema público hoy diseminado y gastando decenas si no cientos de millones mensuales en arriendos. Ojalá alguien le ponga el cascabel a ese feo gato.


Finalmente, apéndices ya al límite de la peritonitis, que perturban el derecho de gozar la ciudad en que se vive. Hace veinte años se escucha hablar del “par 5 y 6 riente” que llegarían a destrabar la cada día más complicada e irritante comunicación del poniente y oriente, carretera mediante; ya dudo si lo imaginé o es algo realmente “en proyecto”.


Sumemos a esto que los tacos ya son parte cotidiana de nuestra vida e in crescendo, lo que mueve a preguntarse a qué dedicarán su tiempo los ingenieros que habitan el moderno edificio de la UOCT Talca. Nos hemos llenado de semáforos en cada esquina (en si una pelotudez vial, pero un gran negocio) y quienes deben ordenar su funcionalidad, simplemente no lo logran; un consejo: usen el amarillo y rojo intermitente en muchos horarios y el tema se simplifica bastante.

Ignacio Cárdenas Squella. 

Periodista

Junta de Adelanto del Maule

Fuente: Diario El Centro