Píldoricosas para el 2018

El tedioso 2017 por fin ya pasó. Podemos decir que fue un año lleno de palabras, discursos, mensajes, diatribas, verborragias y la infaltable pontificación. En general, cualquier recurso comunicacional o lingüístico ha sido empleado para lograr adhesión, admiración o simplemente escucharse (vanidad que no escasea). 

La ciudadanía, por suerte, habló con el silencioso voto, y ya. Ahora a esperar, primer deseo, que manden más el silencio y los hechos que las palabras. Pero tan amplia y utópica aspiración, hay que acotarla y, ¡oh bendita catarsis!, poder correr retroexcavadora con los premios limón de la política y otras venerables actividades y desaparecerlos por mucho tiempo.

¡Cómo no aspirar a que el transversalmente considerado chupete de plomo, pesado como vaca en brazos, ideólogo de tanta buena idea, consiga para propiciarlas una carismática comunicadora y él se mantenga en la sombra: hágalo por favor Sr. Girardi! Invite a esa guarida a los monseñores Boris y Jackson y a su Sibila, doña Beatriz, para que sus profecías, protegidas de la luz del sol, reflejen la verdadera incidencia de su pontificado.

Como no les deseo mal a Chip y Dale -y entendiendo su necesidad de tener con quien ejercitar su dialéctica- podemos enviarles al hoy senador Espina y mañana ministro (en camisa, algo transpirado y chascón, alargando el cuello para que fluyan mejor sus lentas y moduladas palabras) para consensuar, sin éxito, el Nuevo Mundo; no sería mala idea sumar a la siempre sonriente Marianita para condimentar sus sesudos cabildeos con una mirada novedosa, rupturista, condimentada de matices.

No sería un despropósito sumar a ese árbol filosofal, de tan buena sombra, a personajes que pudieran enriquecer el debate con humor y, sin ánimo de ser sectario, se me ocurre que Teillier, Longueira y Mahmud Aleuy son el anillo para ese dedo. Se requerirá en algún momento que alguien bendiga o clame al Altísimo para que las ideas fluyan y, de alguna manera, lluevan bendiciones.

Nadie mejor que el mismísimo Ezzati y con su melosa, clerical y abachichada voz, su rostro aluciferado y, en una de esas, santa alma, ayude a encontrar el camino y la luz. Supongo que el suelo que pisan tan connotados personajes siga todavía firme y no debamos contar con la presencia sismológica de Marcelo Lagos, presente en todas las batallas, y nos garantice que no se está produciendo un choque de placas.

Pensemos en positivo, no intentemos presagiar lo inexistente y para ello nadie mejor para integrar que a Mauricio Bustamante, sabedor del todo y lo demás. Por si la inteligencia escasea, habrá que necesariamente integrar belleza y sesos convocando a la Sabat, Van Rysselbergue, la Tonka y a Luchito Jara y su celestial voz. Pero siendo sincero (sin destinarles mal ninguno que no sea sólo su temporal ausencia de mis patéticas fijaciones) mi deseo es que el terreno se hunda y los tenga sanos en un hoyo negro y en debate.

Nada mejor para eso que sumar a esa chascona piedra (¿roca?) filosofal, que entrando en el hoyo negro será capaz de descubrir algo todavía más negro: el mismísimo Fernando Villegas.

Misión cumplida.

Ignacio Cárdenas Squella. 

 Periodista

 Junta de Adelanto del Maule